BLUE BIRD Capitulo 1

CAPITULO I
El prestigioso club de citas, el “Blue Boys”, ha sufrido diversas mejoras durante estos últimos años, y una muy notable remodelación. Durante unos meses el piso ocho al doce se cerraron al público debido a las remodelaciones que la creación de una nueva área necesita.

La “Blue Love” es el área destinada a cumplir las fantasías mas excéntricas de los socios VIP del club. Sólo una corta lista de socios tiene acceso a éste servicio, siendo el más concurrido desde su apertura, apenas de unos días, pero que ya cuenta con la agenda cubierta para lo que va del año.

Un área donde las fantasías más extrañas se cumplen.
¿Habías pensado seducir a alguien en el metro? Lo mejor: que ese alguien correspondiera a tus sucias intenciones sin importar lo que la demás gente piense.

Muchos socios solicitaban ese servicio, todo mundo tiene una fantasía que cumplir sea en el metro, en un avión, en un autobús, en una biblioteca, una oficina o, incluso, dentro de un salón de clases.

Ese era el caso de Norimaki Yamato, un antiguo socio VIP del club y que tenía mucho tiempo sin utilizar sus servicios. . .

- ¡Sentados! – ordenaba firmemente al entrar a su salón de clases. Iniciando el pase de lista al solo llegar a su escritorio.

Yamato era un respetado catedrático dentro del Instituto Central, un afamado colegio particular cuya matricula era compuesta únicamente por jovencitos. Era un colegio exclusivo para varones donde se les formaba el carácter y aptitud para el deporte.

El sensei del aula 2-C era el más temido del plantel, se decía que tenía un carácter de general, que carecía de tacto para tratar la problemática de sus alumnos, que excedía el término “estricto”, que era más frío que un témpano de hielo. Todos le temían y mas aun durante este año en el que Yamato se había esmerado en reafirmar su fama.

Nadie entendía la naturaleza de su carácter, Yamato era un hombre joven. A sus 27 años era respetado en su profesión, heredero de una familia de catedráticos. Su padre fungía como director del plantel, se diría que podría no tomarse tan en serio la formación de sus alumnos, sobre todo la de un castaño que a partir de este año había pasado a ser su alumno.

Daiki era estudiante del “sensei martillo”, así le decían los muchachitos, un niño de castaña cabellera y amplia sonrisa, el sol de su salón y de todo el piso. El muchacho era de los más populares dentro del plantel no sólo por ser apuesto sino por tener un carácter accesible y ser muy amiguero a más de mantenerse dentro del Rankin de los diez mejores.

Yamato recordaba muy bien la primera vez que le había visto, entrando corriendo a la ceremonia de inicio de cursos, ganando la simpatía de sus compañeros con su amplia sonrisa y ese carácter alegre. De ese día pensó que no tendría problemas pues esa barrera que se había empeñado en levantar seria suficiente como para mantener a raya, como hasta ahora, a ese y todo estudiante que quisiera intimar con el. Daiki no pensó así, sabia muy bien la fama de ese maestro y aun así solía sonreírle o saludarlo amablemente cada que se lo topaba por los pasillos o las instalaciones del colegio.

A los seis meses de la llegada de Daiki al colegio, Yamato ya sufría de esos sueños en los que disfrutaba de tener a ese alumno jadeando sobre uno de los pupitres del salón de clases.

El académico entro en pánico cuando al iniciar el año escolar noto al alumno sentado en el tercer pupitre a lado de la ventana que le sonreía amigable al verle entrar al salón.

Fue entonces cuando Yamato decidió volver a utilizar su olvidada membresía del club, haciéndose cliente de uno de los anfitriones estrella de la firma: Sakura.

Yamato eligió a Sakura debido al parecido con su alumno, no obstante la edad, pues Sakura con sus 20 años tenía un cuerpo bastante lozano y al verlo de espaldas podía jurar que se trataba de un Daiki ligeramente más alto.

- ¡Aniki!- pateaba a un adormecido Sakura - ¡levántate que ya me voy al colegio!

Un jovencito castaño, con chaleco blanco y pantalón formal en negro le veía furioso mientras continuaba golpeándolo.

- Te deje el desayuno en la estufa, regresare tarde porque tengo practica de soccer – avisaba, saliendo de la habitación y luego del pequeño departamento
- ¡Espera! – reaccionaba, saliendo desnudo tras su pequeño hermano que detenía su andar a mitad del pequeño pasillo del edificio
- ¡Baka aniki! – regañaba, volviéndose al departamento tirando de su desvergonzado hermano mayor - ¡¿Cómo sales desnudo?! ¡ten vergüenza, si no por ti por mi!
- Olvide besarte – se excusaba al tiempo que le envolvía entre sus brazos para cubrirlo de besos
- ¡Madura de una vez! – gritaba mientras golpeaba a un risueño Sakura que le veía partir, como cada mañana, con esa carita de enfado que tanto le agradaba generar en su hermanito

Sakura decidió ducharse para vestirse y desayunar, había trabajado hasta tarde acompañando a uno de sus clientes a una fiesta privada. Sonrió al recordar el costoso traje que amablemente le había obsequiado el regordete y calvo empresario que disfrutaba de contratarlo únicamente para verle masturbarse sobre su elegante escritorio.

Si, podía decirse que Sakura realmente disfrutaba de ser un anfitrión. Había sido reclutado poco más de un año atrás; nada menos que por el hermano mayor del dueño del club y todo por una triste coincidencia. El castaño había sido levemente herido en un accidente de transito y bastó un par de horas de tenerlo dentro del hospital para que ya tuviera compromiso de salida con toda enfermera o asistente que tratara con él. Kiichi observó atento aquel comportamiento, deleitándose al ver la naturalidad del muchacho al seducir a las personas, incluso él mismo fue victima de un intento. Kiichi le invito a trabajar, Sakura le escuchó atento, eso de prostituirse sonaba poco llamativo pero tenia un pequeño hermano que mantener y el empleo de medio tiempo no le era suficiente, a ese paso Daiki tendría que dejar la escuela como él lo había hecho y eso no lo toleraría, amaba demasiado a su lindo y tierno hermanito.

Fue así como Sakura se unió al club de citas, ganando rápidamente popularidad debido a su naturaleza seductora y poco tímida. No había nada a lo que se negara siempre y cuando cumplieran sus demandas y eso realmente le divertía, generalmente el hacia ese tipo de trueques por placer o pequeñeces, pero ahora prácticamente vivía de hacer lo que siempre hacia. Incluso podía costearle a su pequeño hermano una buena escuela y un acogedor departamento, a mas de mantener una cantidad ahorrada para “imprevistos”, obviamente era idea de Daiki, de ser por él lo gastaba todo en menos de una tarde. Ese era el trato entre ellos luego de quedar huérfanos y ante la obviedad de la carente responsabilidad por parte del mayor: Sakura trabajaba y Daiki se encargaba de administrar y las labores de la casa.

Sakura termino su desayuno dejando los trastes sucios sobre la tarja para salir perezoso en dirección al club.

Al llegar realizo la rutina de costumbre: hacerse presente, checar su agenda y partir a los vestidores. Resultaba que el era de los pocos seleccionados para atender la zona exclusiva del Blue Love. Debido a sus características físicas, su excentricidad y falta de timidez, Sakura era la estrella del concepto. Cuando el jefe le propuso formar parte del área la idea le pareció loca, definitivamente trataría con pervertidos, luego pensó bien las cosas y encontró entretenida la propuesta: gente rica que solo quiere cumplir ciertas fantasías.

El jefe le prometió que no permitiría sadismo ni ese tipo de prácticas, eso le calmo, le agradaban ese tipo de reglas.

Sakura se entretenía personificando diversos papeles a diario: servia el te, sacaba copias en una oficina, imaginaba que viajaba a algún lugar exótico, pero realmente detestaba personificar a un estudiante y eso, eso era lo que mas pedían. Sakura temblaba al pensar el todo el acoso que debía sufrir su pequeño hermano existiendo tantos degenerados sueltos.

El castaño rabiaba en el vestidor, tenia cita a las cinco con el sujeto que mas detestaba. Se trataba de un tipo delgado, de buena complexión y ligeramente atractivo, de gafas, cabello oscuro de corte clásico y mirada desdeñosa. No era su físico lo que odiaba sino esa manera enferma de dirigirse a él, como si pensara en alguien más mientras desahogaba su deseo sobre su cuerpo. Nunca le tomaba de frente, siempre le giraba, evitaba verle al rostro y siempre tenia que reprenderlo por alguna extraña circunstancia que no lograba entender o descifrar.

Suspiro resignado luego de vestirse como mucama para iniciar su tarea del día. Su primer cliente era fácil, un tipo que gustaba de verlo andar en falda sin ropa interior para poder manosearlo mientras le servia en “una cafetería”. Su segundo cliente era mas exigente, gustaba de obligarlo a ejercitarse hasta hacerlo sudar, tenia un fetiche con el olor y solo le tomaba hasta que le veía sudoroso y generalmente lo hacia sobre la plancha de pesas de “un gimnasio”.

Termino asqueado de su segunda ronda, se encontraba en la ducha cuando el secretario del jefe le llamó. Salió de las duchas para atenderlo y fue cuando le vio: de pie junto a su casillero, sosteniendo un uniforme

- El cliente de las cinco dejó esto para ti – sonreía Kashima – no le gusta el uniforme que creamos para la habitación del colegio, quiere que utilices este uniforme y este otro – tendía un pequeño paquete – cuando utilicen la habitación del cuarto deportivo
- ¿Piensa también utilizar “esa” habitación? – se molestaba Sakura al tiempo que revisaba los uniformes y notaba que era uno del diario y otro de deportes con un short que mas parecía para chicas que para un jovencito
- Sabes que no se nos esta permitido criticar los gustos o fantasías de los clientes y. . .
- Si, si, que no nos interesa su vida fuera de la empresa – repetía lo que ya conocía ante la divertida sonrisa del secretario
- Recuerda que es la habitación del salón de clases, debes sentarte en el tercer asiento junto a la ventana y. . .
- Y evitar verlo directamente – volvió a complementar.

Sakura vio partir a Kashima mientras secaba su cuerpo, faltaba poco para la hora. Saco el uniforme para acomodárselo saltando asustado al verse con el atuendo puesto

- ¡Este es el uniforme de Daiki! – se alarmo al reconocer el amplio chaleco tejido que solía portar su hermano y esos pantalones – ese degenerado debe deambular por el colegio de mi querido niño – se quejaba, atrayendo la atención de un par de sus compañeros que ya estaban acostumbrados a sus repentinos ataques de ansiedad – necesito conoce su nombre – se dijo a si mismo pensativo – si conozco el nombre podré advertir a Daiki sobre el peligro y salvarlo de ese pervertido.

Con esa idea en mente salio rumbo a la oficina, sabia que Kashima no diría nada pero no pensaba lo mismo de uno de los asistentes, quien no tardo mucho en ceder ante su encanto sobretodo al tenerlo tan cerca vestido como un inocente estudiante de colegio.

- Norimaki, eh – caminaba rumbo a la habitación 1103, la acondicionada como un salón de clases – no te acercarás a mi querido otuoto, pervertido de mierda – amenazaba a la nada, sorprendiendo a uno de los botones que limpiaba la alfombra del pasillo.

Sakura aguardo sentado en el tercer asiento a lado de la ventana del salón, rodeado por esas inertes figuras que representaban a sus “compañeros de clase”. La puerta se abrió repentinamente, el tipo entro a paso firme, como acostumbraba luego de ordenar que tomaran asiento, inicio su pase de lista que realizaba en numerología hasta llegar al alumno 24.

- Aquí – respondía tímido, esa era la orden: ser inocente, no verle a la cara y poner ligera resistencia. El sensei se acercaba sonriendo malicioso
- ¿Ahora si eres tímido? – acusaba Yamato al cabizbajo castaño – Te vi – susurro sobre el oído de un confundido Sakura que sentía como le lamia ligeramente el rostro
- Sensei – susurro
- Te vi con tu amigo – volvió a acusarle – Eres mío y aun así dejas que el te toque – le jalaba hasta ponerlo en pie azotándolo con suavidad sobre el pupitre. Sakura sentía como sus pantalones eran retirados con facilidad
- ¡Sensei, no! – lloriqueo el castaño, sabia que al hacer eso provocaba aún mas a su cliente
- ¡Eres mío! – dijo firme, estrujando la creciente erección de Sakura mientras le penetraba sin haberle dilatado, generando un agudo quejido por parte del castaño
- ¡Duele! – lloro. Sakura sabia por entrenamiento que debían lubricarse antes de cualquier encuentro así, como que tenían que fingir incomodidad al interpretar un papel “inocente”
- Te quiero lejos de él – exigía mientras le embestía – No quiero que te toque, que te hable, te quiero para mi – le besaba, sujetándole del mentón para acercarse a sus labios
- Sensei – volvió a susurrar, elevando su pelvis mientras seguía aquel ritmo jadeando sobre el pequeño escritorio. Sintiendo como Yamato acomodaba su cuerpo sobre su espalda, sintiendo ese aliento sobre su oído y esa mano masajeando su pene.
- Tan lindo – jadeaba necesitado Yamato – me pregunto si serás así de complaciente en la realidad
- Sensei, me tienes a mi – se atrevió a decir Sakura, recibiendo una ligera presión sobre sus testículos. El comentario había sido inapropiado.

Yamato cerró sus ojos recordando el delgado cuerpo de Daiki envuelto en el corto uniforme deportivo. Enfureciéndose al traer a su mente ese momento donde le vio lloroso, sentado sobre una banca separando sus piernas mientras dejaba que su amigo limpiara la herida que se había hecho durante la practica de soccer. . .

- Ve a la enfermería – reprendió al acercarse a sus alumnos
- No es grave, sensei . . .- quiso explicar el otro muchachito ante la gélida mirada que el mayor les propinaba
- Una herida es una herida ¡ve a la enfermería! – ordeno molesto, asustando al amigo del castaño.
- ¿Me llevaría? – pregunto inocente Daiki, tendiendo sus brazos.
- Camina. . .- le desprecio, como acostumbraba a hacerlo. Podía tener un trato normal con cualquier estudiante, pero en el exclusivo caso de Daiki eso era imposible
- El sensei te odia – alcanzo a escuchar decir al amigo del castaño.

Ese era el rumor, su clase e incluso el propio Daiki estaban convencidos de que no le toleraba. “Es por tu forma de ser, tu eres risueño y él esta amargado” escucho alguna vez decir a uno de sus estudiantes a modo de explicación para Daiki.

Termino por descargarse fuera del cuerpo de Sakura, como acostumbraba hacerlo. Saliendo de la habitación 1103 sin volverse a ver al muchacho, bien sabia que aquello era una farsa, una mentira que se pagaba a modo de no tocar a ese niño que le volvía loco. Debía mantener a Daiki alejado de él, sin importar que le odiara por ser amargado, todo seria preferible a saberse rechazado por haberlo lastimado.

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